El testimonio de hoy viene de la mano de un paciente adolescente que, tras pasar por muchos profesionales y dejar de confiar en la logopedia, nos encontró y nos ha dedicado estas palabras:
Empecé con las terapias de logopedia a la edad de 10 años. El principio fue amargo, porque me dejé las clases de música para empezar a mejorar en mi habla, pero tenía en mente que iba a mejorar. Sin embargo, me hallaba haciendo unos ejercicios rudimentarios que, en vez de enfocarse en la tartamudez, se enfocaban en la respiración.
Pasados unos años, fui a otro con el que, prácticamente, hice lo mismo. Por otra parte, este se centraba más en la voz en sí. Una vez más, me encontraba haciendo ejercicios poco funcionales y que no me servían a largo plazo. Estos «logopedas» compartían un mismo denominador, que era el tener la carrera de comunicación y lenguaje. A pesar de ello, no estaban capacitados para ejercer la profesión de logopeda. Ahora bien, centrándome en «hablando», con este equipo tuve esa ayuda que nunca tuve: información acerca de este trastorno, la aceptación y técnicas para tener bajo control la tartamudez. Sus ejercicios no se centraban en algo tan banal y superficial como la tartamudez, sino en formas de hacer frente a la tartamudez con técnicas como: prolongamientos, habla pausada y habla lenta. Sinceramente, las palabras son soporíferas al intentar expresar mi gratitud hacia estas profesionales. Solamente puedo decir: gracias por ser la alegoría de la palabra «ayuda».
Yohanes, 17 años
Esperamos que estas palabras os lleguen. Buscad siempre un logopeda especializado en tartamudez para poder trabajar con vosotros con formación actualizada y basada en la evidencia. La tartamudez se detecta en edades tempranas y no tiene una edad mínima ni máxima en la que no podamos trabajarla.
Si tenéis alguna duda escribidnos a : hola@hablandodetartamudez.com estaremos encantadas de ayudaros.