Para empezar, te tenemos que decir que es bastante probable que tengas que hacer “borrón y cuenta nueva” respecto a lo que sabes de la tartamudez. Y es que, por desgracia, hay muchos falsos mitos que giran en torno a la tartamudez. Aún hoy sigue siendo una gran desconocida: entre la población en general, entre profesionales sanitarios y docentes, e incluso entre logopedas.

Mucha de esta información equivocada NO ayuda a las personas que tartamudean, así que tenemos que ir derribando barreras entre todos. A continuación, os vamos a hablar de algunas claves que pueden ser de utilidad para comprender un poco mejor la tartamudez:
¿TEMA TABÚ? Siempre se ha tratado (y se sigue haciendo) la tartamudez como “algo de lo que no hay que hablar, porque la persona se da cuenta y es peor” pero que sepáis que ¡ESO NO ES ASÍ! Está ampliamente demostrado que hablar y naturalizar este tema ayuda tanto a niños como adultos a “liberarse del peso» de la tartamudez y previene la aparición de emociones negativas.
¿ES VARIABLE? Cuantas veces habremos escuchado: “es que viene y va, a veces tartamudea y a veces no” o “hay veces que tartamudeo mucho y otras nada”. Esto hace que la gente dude de si lo que pasa es tartamudez o no, o son “los nervios”… pero es que, precisamente, la variabilidad es una constante en tartamudez.
¿PERO ES PSICOLÓGICO? Y es que “le pasa cuando está más nervioso o emocionado”, “sólo me pasa cuando tengo que hablar en público”, pero eso no es la consecuencia, es decir, la tartamudez NO es un trastorno psicológico. Aunque sí que es verdad que es estado emocional y psicológico influye mucho en la tartamudez.
PERO ENTONCES… ¿QUÉ ES LA TARTAMUDEZ?
La tartamudez, también conocida como disfemia, es un trastorno de la fluidez del habla, que afecta en mayor o menor medida a la comunicación de la persona. Cuando hablamos de este trastorno, normalmente nos referimos tanto a las conductas primarias como a las conductas secundarias de la tartamudez. Y, para que lo comprendáis un poco mejor, vamos a explicarlas a continuación.
Conductas primarias: es lo que se llaman disfluencias, y son esas interrupciones que ocurren en el habla. Hay de tres tipos y se pueden dar en mayor o menos medida, incluso puede que la persona que tartamudee no tenga alguna de ellas. Son: bloqueos, repeticiones y prolongaciones.
Conductas secundarias: se llaman así porque aparecen como consecuencia de las primarias y, aunque en algunos casos pueden aparecer desde el principio, la mayoría aparecen con el tiempo. Os ponemos algunos ejemplos: usar muletillas, cambiar unas palabras por otras, dejar de hablar, desvío de mirada, guiños de ojos, movimientos de cabeza, no ir a eventos, no mandar “audios” por Whatsapp…
Y es aquí donde cabe destacar que nuestro objetivo, como logopedas, será disminuir la frecuencia e intensidad de las CONDUCTAS PRIMARIAS y reducir, intentar eliminar y evitar la aparición de CONDUCTAS SECUNDARIAS. Todo esto entorno a un GRAN OBJETIVO principal, mejorar la calidad de vida de las personas que tartamudean, ayudándoles a que la tartamudez no les impida desarrollarse al máximo, tanto a nivel personal y social, como académico y/o profesional.