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¿Logopedia para adultos con tartamudez? ¡Pues sí!

La tartamudez, como trastorno de la fluidez del habla que es, puede impactar en los adultos en su capacidad de comunicarse, pero también en su bienestar emocional y social. Así pues, la intervención logopédica se presenta como una herramienta para abordar la tartamudez y las experiencias generadas por ésta.

Uno de los principios fundamentales con los que trabajamos es ayudar a las personas a comunicar de manera más cómoda. A menudo, esto implica identificar patrones de habla que dificultan la fluidez y trabajar en su modificación.

Otro de los objetivos que los adultos se plantean cuando acuden a consulta es eliminar los comportamientos que han surgido como respuestas a la tartamudez. Pueden aparecer conductas de evitación y escape, como el uso de muletillas o tensión muscular para sacar las palabras. Y eliminar o disminuir estas conductas se convierte en objetivo de tratamiento.

También trabajamos en la modificación de creencias erróneas que pueden afectar la autoestima y la disposición a comunicarse. Cambiar la forma en que una persona percibe su tartamudez puede ser fundamental para fomentar una actitud más positiva hacia su habla.

La intervención también incluye la práctica gradual en situaciones de comunicación que son difíciles para la persona, e incluso pueden generar ansiedad. Permitimos pues, a los adultos enfrentar sus “peores situaciones” de manera controlada. Este enfoque progresivo ayuda a construir confianza y reduce la presión que sienten al comunicarse. Además, es importante ayudar a los adultos a liberarse de atribuciones negativas sobre su habla, lo que contribuye, entre otras cosas, a disminuir las anticipaciones.

A través de la práctica en diversas situaciones comunicativas, les enseñamos a  desarrollar habilidades para manejar diferentes contextos sociales con confianza.

Hablar abiertamente sobre la tartamudez es otro aspecto importante del proceso, ya que compartir su experiencia puede ser liberador y contribuir a una mayor aceptación de su forma de comunicarse.

Otro objetivo clave es desplazar la atención del foco en el momento de tartamudez hacia otros aspectos de la comunicación. Esto enriquece la experiencia de la comunicación y permite a la persona disfrutar más de interactuar con los demás.

A modo de conclusión, podríamos decir que la intervención se centra en permitir que los adultos se sientan cómodos con su manera de comunicar, que sean capaces de decir y hacer ¡lo que le dé la gana! Aceptar su manera de comunicar, su habla (con y sin tartamudeo) y trabajar en una relación más positiva con su tartamudez, todo esto es esencial para cultivar la confianza y mejorar la calidad de sus interacciones. Y, por supuesto, dotar a la persona de herramientas para tener un habla más fácil y un tartamudeo más cómodo.

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¿Tartamudez? Los 10 factores de riesgo que hay que tener en cuenta (PARTE II)

Os recordamos los diferentes criterios de riesgo que nuestras profesionales especializadas consideran más importantes:

  1. GÉNERO
  2. ANTECEDENTES FAMILIARES
  3. EDAD DE APARICIÓN
  4. TIEMPO QUE HA PASADO DESDE EL INICIO
  5. TIPO DE DISFLUENCIAS
  6. VARIABILIDAD
  7. PREOCUPACIÓN DE LOS PADRES
  8. TEMPERAMENTO
  9. CONDUCTAS SECUNDARIAS
  10. COMORBILIDADES

En la primera parte de esta publicación, en el post anterior, os hablamos de los cinco primeros factores antes mencionados. A continuación, os explicaremos los otros cinco:

  • Variabilidad: este factor es bastante determinante a la hora de establecer con qué tipo de tratamiento vamos a comenzar ya que, cuantos más períodos de variabilidad en las disfluencias haya, más probabilidad hay de que estemos hablando de tartamudez. Por ejemplo: “Es que empezó en junio, después tuvo unas semanas que no tartamudeaba casi nada y ahora otra vez se ha disparado”.
  • Preocupación de los padres: es posible que la familia esté sufriendo preocupación y angustia, tanto por ver la dificultad (e incluso imposibilidad) que su hijo o hija está teniendo para hablar, como por el desconocimiento de todo lo que este trastorno de la fluidez del habla conlleva. Este malestar no beneficia para nada al niño y es importante transmitirle tranquilidad y que sienta que su habla, sea como sea, está siendo eficaz y puede comunicarse con sus seres queridos. No obstante, este aspecto es complejo de tratar en pocas palabras, de ahí, que recalquemos una vez más la importancia de acudir a un profesional especializado en tartamudez lo antes posible.
  • Temperamento: esto hace referencia a cómo reaccionamos las personas a los diferentes estímulos y a cómo regulamos esas reacciones. En lo que respecta a los niños, algunos expertos sugieren que el temperamento puede predisponer a los niños a la tartamudez, convirtiéndose, por ende, en un factor de riesgo. Estas afirmaciones se basan en investigaciones que muestran que los niños que tartamudean tienden a ser más sensibles o, todo lo contrario, más reactivos, en comparación con aquellos que no tartamudean. Es fundamental saber que, si el niño está siendo consciente de lo que le ocurre, junto con un temperamento como el antes descrito, aumenta el riesgo de cronificación.
  • Conductas secundarias: el niño o niña puede, durante los momentos en los que tiene disfluencias, presentar tensiones como guiños de ojos, movimientos con la boca o con otra parte del cuerpo; utilizar muletillas como “pues, pues, pues”, “y, y, yyyy” o mostrar frustración. Estas conductas es lo que llamamos conductas secundarias (C2), y son un criterio de riesgo con gran peso. Para saber más sobre las C2, puedes ir al apartado “TARTAMUDEZ” de esta página web, donde encontrarás información ampliada.
  • Comorbilidades:

Si tienes dudas respecto a los factores de riesgo y quieres ampliar información, si crees que tu peque puede estar experimentando interrupciones en su fluidez y necesitas solventar tus dudas, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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