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Comorbilidades en la tartamudez

La tartamudez es un trastorno de la fluidez del habla que puede presentarse de manera aislada o coexistir con otros trastornos, lo que se conoce como comorbilidad. Estas comorbilidades pueden influir tanto en la severidad de la tartamudez como en la manera en que debe abordarse su tratamiento.

Las comorbilidades más comunes están dentro de los trastornos del neurodesarrollo, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), la coexistencia de estos trastornos es más común de lo que solemos pensar, lo que puede dificultar tanto el diagnóstico como el tratamiento adecuado.

A través de una revisión de avances científicos, se puede apreciar que las comorbilidades afectan significativamente las capacidades cognitivas, emocionales y del lenguaje de los pacientes. Esta realidad exige que los enfoques terapéuticos sean más complejos y personalizados, adaptando las estrategias a las necesidades particulares de cada individuo.

Podemos encontrar varios estudios de casos clínicos que nos han  permitido observar cómo la combinación de la tartamudez con otros trastornos influye en el progreso terapéutico. Esto subraya la importancia de un trabajo interdisciplinario, que no solo se ocupe de las dificultades en la comunicación, sino también de la regulación emocional y las funciones ejecutivas.

A nivel terapéutico, es muy importante aplicar principios flexibles que incluyan la desensibilización hacia la tartamudez y el aumento de la tolerancia hacia los momentos de tartamudez. También es crucial desarrollar habilidades que mejoren la fluidez y reduzcan las conductas de evitación. La participación activa de la familia y la adaptación del entorno son elementos fundamentales para el éxito de este proceso, lo que requiere una colaboración estrecha entre terapeutas, padres y otros profesionales.

El manejo de la tartamudez en personas con comorbilidades requiere un enfoque integral y multidisciplinario. No solo es crucial mejorar la fluidez del habla, sino también tratar los aspectos emocionales, conductuales, lingüísticos y académicos, adaptando el plan de tratamiento a cada caso específico para promover el bienestar emocional y funcional del paciente.

Si tienes dudas y quieres ampliar información, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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¿Hablar con naturalidad sobre la tartamudez con niños?

En general, existe una falta de conocimiento sobre la importancia de las intervenciones tempranas para la tartamudez. Algunos creen que hablar sobre la condición implica que se necesita una intervención inmediata, lo que puede causar ansiedad tanto en los padres como en los niños.

Este desconocimiento sobre el tema, hace que padres, familia, maestros, e incluso otros profesionales prefieran no mencionar nada sobre el tema, pues no saben de los beneficios que conlleva hablar abiertamente y con naturalidad sobre estas dificultades en la fluidez y realizar tratamientos especializados.

Además, muchas veces se piensa que la tartamudez es simplemente una fase que muchos niños atraviesan y que desaparecerá con el tiempo, sin necesidad de intervención. Por lo tanto, creen que hablar sobre ella podría «solidificar» el problema o hacer que el niño se sienta «etiquetado». Esto lleva a evitar hablar del tema con la esperanza de que el niño «superará» la tartamudez de manera natural.

Algunos padres, maestros o personas del entorno del niño temen que al mencionar la tartamudez, puedan avergonzar al niño o hacer que se sienta incómodo. Creen que es mejor no hacer alusión a ello para que el niño no sienta que algo está «mal» en su manera de hablar, y se trata como un tema tabú.

Es un error pensar que si se habla abiertamente sobre la tartamudez con un niño, esto podría hacer que el niño se enfoque demasiado en su manera de hablar, lo que, según esta creencia, podría empeorar la tartamudez. Este pensamiento surge de la idea errónea de que al prestar más atención a la tartamudez, el niño se volverá más consciente de su dificultad lo que podría agravarla.

Sin embargo, al hablar abiertamente sobre la tartamudez, se ayuda a los niños a entender que es una forma de hablar que algunas personas tienen, lo cual promueve la aceptación desde una edad temprana. Esto evita que lo vean como algo «extraño» y reduce el riesgo de que desarrollen prejuicios hacia la tartamudez.

Es posible que los niños que tartamudean sientan frustración, vergüenza o ansiedad por su forma de hablar. Si se aborda el tema de manera natural, les permitirá entender que no hay nada de malo en ello, ayudando a aliviar la presión y reduciendo el impacto emocional negativo. Esto es crucial para su desarrollo emocional y autoestima.

Hablar de la tartamudez, sin tabúes, fomenta que los niños que la tienen no teman interactuar y expresar sus ideas, lo cual es vital para su desarrollo social y emocional. Además, les ayuda a enfrentar situaciones de comunicación con más confianza y a desarrollar herramientas para lidiar con la frustración que puede surgir al tartamudear.

En resumen, hablar de la tartamudez con naturalidad y hacerla parte de la conversación cotidiana contribuye a crear un ambiente inclusivo, empático y comprensivo tanto para el niño que tartamudea como para los demás niños, promoviendo el respeto y la aceptación de la diversidad desde una edad temprana.

Si tienes dudas y quieres ampliar información, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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7 mitos que giran entorno a la tartamudez

Desde siempre, la tartamudez ha estado rodeada de mitos que se han aceptado como realidades cuando no son así. Evidencia científica respalda que no son ciertos, o del todo exactos, estos mitos, y hoy os vamos a desmitificar algunos de ellos:

Mito 1: La tartamudez es causada por el nerviosismo o la ansiedad.

Realidad: Aunque el estado emocional de la persona, como estar nervioso o sentir ansiedad, pueden incrementar la frecuencia o intensidad de la tartamudez, realmente no son la causa. La tartamudez es un trastorno complejo que tiene bases neurológicas y genéticas. Muchas personas que tartamudean lo siguen haciendo independientemente de su nivel de ansiedad y, por supuesto, no todas las personas que tienen ansiedad tartamudean.

Mito 2: La tartamudez es un problema psicológico.

Realidad: La tartamudez no es un problema psicológico. Aunque puede haber factores emocionales y psicológicos que influyen, la tartamudez tiene una base neurológica. Las investigaciones sugieren diferencias en el funcionamiento y la estructura del cerebro de las personas que tartamudean y las que no.

Mito 3: Es normal que los niños tartamudeen de pequeños

Realidad: Si bien algunos niños presentan disfluencias evolutivas (os las explicamos en blogs anteriores), no todas lo son. Es esencial una evaluación temprana y, si es necesario, la intervención de un logopeda debe empezar lo antes posible para ayudar a minimizar los efectos a largo plazo.

Mito 4: Hablar despacio o «respirar antes de hablar» elimina la tartamudez.

Realidad: Aunque hablar despacio puede ayudar a algunas personas a “manejar” su tartamudez en situaciones específicas, estas no son soluciones permanentes ni universales. Además, no hay evidencia científica que nos diga que trabajar la respiración mejora la fluidez. La tartamudez requiere un enfoque más integral y personalizado.

Mito 5: Las personas que tartamudean son menos inteligentes.

Realidad: La tartamudez no tiene ninguna relación con la inteligencia. Las personas que tartamudean tienen la misma gama de habilidades cognitivas que las personas que no tartamudean.

Mito 6: La tartamudez algo poco común y «raro».

Realidad: La tartamudez es más común de lo que muchas personas creen. Aproximadamente el 1% de la población mundial tartamudea. Además, hay muchas personas que tienen tartamudez pero “no se ve” porque estas personas tienen estrategias de ocultación (y esto no siempre es necesariamente algo bueno para ellas…), es lo que se llama tartamudez encubierta.

Mito 7: La tartamudez es contagiosa.

Realidad: La tartamudez no es contagiosa, ni una enfermedad. No se «pega» ni se adquiere por imitación.

El tratamiento de la tartamudez se basa en un enfoque que incluye técnicas de fluidez, modificación de la tartamudez y aceptación y naturalización del habla. Se trabaja estrechamente con el individuo para desarrollar estrategias personalizadas que les permitan comunicarse de manera efectiva y mejorar su calidad de vida.

Es fundamental desmitificar la tartamudez y promover una comprensión informada de este trastorno de la fluidez para apoyar adecuadamente a quienes lo experimentan.

Si tienes dudas y quieres ampliar información, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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Testimonios de adultos

Prácticamente hace un año surgía este proyecto creado con mucho amor que cada día crece más y más. Como siempre os decimos, nuestro trabajo se basa principalmente en mejorar la calidad de vida de las personas que tartamudean y por eso, hoy queríamos compartir dos testimonios que vienen de la mano de dos adultos maravillosos con los que trabajamos.

Para mí, la tartamudez es un motivo para enfrentarme a mis miedos. La tartamudez puede generar miedos y convertir situaciones ordinarias en situaciones que quienes la padecemos podemos considerar incómodas. Sin embargo, también representa una oportunidad para superar esos pequeños desafíos y una lanzadera para enfrentar mayores desafíos sin miedo, con la confianza de que se pueden superar. Además, la tartamudez es un motivo para cuidarse, para entenderse, descubrirse a uno mismo y dejarse ayudar, especialmente por profesionales, familia y amigos.

Ángel

Tengo 24 años y tartamudeo desde pequeño, con etapas de mi vida donde he tartamudeando más y otras menos. Desde hace varios años me ha costado más leer y hablar en publico por mi tartamudez y poco a poco me fui planteando acudir a un profesional. 

Hace poco menos de un año decidí comenzar a ir al logopeda para poder convivir mejor con la tartamudez y hoy día, efectivamente, convivo mucho mejor con ella. Estoy logrando, sobre todo, no cambiar ninguna situación de mi vida por culpa de la tartamudez. En mi caso, la lectura era la situación más incómoda en cuanto al habla. Intentaba no leer cuando no era estrictamente necesario y, cuando lo era, a menudo parafraseaba o resumía lo leído en mi cabeza. La terapia me ayuda a poder resolver los momentos de tartamudez y poder gestionar el habla lo mejor posible. 

Además de todo esto, he aprendido más sobre la tartamudez en general. Es un tema del que nadie me había hablado y que poca gente conoce , aún siendo muy común en la población.

Ivan

Sentimos un orgullo increíble al ver como pueden expresar lo que sienten hacia la tartamudez de manera positiva. Sin duda, el cambio que ha generado la terapia en sus vidas es notable.

Si eres un adulto que tartamudea y te gustaría mejorar tu fluidez y tu calidad de vida escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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¿Tartamudez? Los 10 factores de riesgo que hay que tener en cuenta (PARTE II)

Os recordamos los diferentes criterios de riesgo que nuestras profesionales especializadas consideran más importantes:

  1. GÉNERO
  2. ANTECEDENTES FAMILIARES
  3. EDAD DE APARICIÓN
  4. TIEMPO QUE HA PASADO DESDE EL INICIO
  5. TIPO DE DISFLUENCIAS
  6. VARIABILIDAD
  7. PREOCUPACIÓN DE LOS PADRES
  8. TEMPERAMENTO
  9. CONDUCTAS SECUNDARIAS
  10. COMORBILIDADES

En la primera parte de esta publicación, en el post anterior, os hablamos de los cinco primeros factores antes mencionados. A continuación, os explicaremos los otros cinco:

  • Variabilidad: este factor es bastante determinante a la hora de establecer con qué tipo de tratamiento vamos a comenzar ya que, cuantos más períodos de variabilidad en las disfluencias haya, más probabilidad hay de que estemos hablando de tartamudez. Por ejemplo: “Es que empezó en junio, después tuvo unas semanas que no tartamudeaba casi nada y ahora otra vez se ha disparado”.
  • Preocupación de los padres: es posible que la familia esté sufriendo preocupación y angustia, tanto por ver la dificultad (e incluso imposibilidad) que su hijo o hija está teniendo para hablar, como por el desconocimiento de todo lo que este trastorno de la fluidez del habla conlleva. Este malestar no beneficia para nada al niño y es importante transmitirle tranquilidad y que sienta que su habla, sea como sea, está siendo eficaz y puede comunicarse con sus seres queridos. No obstante, este aspecto es complejo de tratar en pocas palabras, de ahí, que recalquemos una vez más la importancia de acudir a un profesional especializado en tartamudez lo antes posible.
  • Temperamento: esto hace referencia a cómo reaccionamos las personas a los diferentes estímulos y a cómo regulamos esas reacciones. En lo que respecta a los niños, algunos expertos sugieren que el temperamento puede predisponer a los niños a la tartamudez, convirtiéndose, por ende, en un factor de riesgo. Estas afirmaciones se basan en investigaciones que muestran que los niños que tartamudean tienden a ser más sensibles o, todo lo contrario, más reactivos, en comparación con aquellos que no tartamudean. Es fundamental saber que, si el niño está siendo consciente de lo que le ocurre, junto con un temperamento como el antes descrito, aumenta el riesgo de cronificación.
  • Conductas secundarias: el niño o niña puede, durante los momentos en los que tiene disfluencias, presentar tensiones como guiños de ojos, movimientos con la boca o con otra parte del cuerpo; utilizar muletillas como “pues, pues, pues”, “y, y, yyyy” o mostrar frustración. Estas conductas es lo que llamamos conductas secundarias (C2), y son un criterio de riesgo con gran peso. Para saber más sobre las C2, puedes ir al apartado “TARTAMUDEZ” de esta página web, donde encontrarás información ampliada.
  • Comorbilidades:

Si tienes dudas respecto a los factores de riesgo y quieres ampliar información, si crees que tu peque puede estar experimentando interrupciones en su fluidez y necesitas solventar tus dudas, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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¿Tartamudez? Los 10 factores de riesgo que hay que tener en cuenta (PARTE I)

En el post anterior os hablamos de las disfluencias evolutivas, diferenciándolas de las disfluencias propias de la tartamudez. Y hoy aprovechamos para insistir en que no nos debemos conformar con el “ya se le pasará” (¡lo diga quien lo diga! Pediatras, maestros, psicólogos…) pues hay que tener diferentes factores en cuenta, de los cuales hablaremos tanto hoy, como en nuestra próxima publicación.

Ante cualquier duda SIEMPRE hay que acudir a un profesional especializado, para que pueda valorar vuestra situación concreta y guiaros en el proceso, adaptándose a vuestro hijo o hija y a su entorno.

Os dejamos aquí los diferentes criterios de riesgo que nuestras profesionales especializadas consideran más importantes:

  1. GÉNERO
  2. ANTECEDENTES FAMILIARES
  3. EDAD DE APARICIÓN
  4. TIEMPO QUE HA PASADO DESDE EL INICIO
  5. TIPO DE DISFLUENCIAS
  6. VARIABILIDAD
  7. PREOCUPACIÓN DE LOS PADRES
  8. TEMPERAMENTO
  9. CONDUCTAS SECUNDARIAS
  10. COMORBILIDADES

Hoy, os hablaremos de los 5 primeros.

  • Género: el género se considera un factor de riesgo en la tartamudez debido a las tendencias observadas en la prevalencia de este trastorno entre niños y niñas. Aunque en edad infantil hay relativa equivalencia, en la edad adulta, por cada 4 hombres que tartamudean lo hace 1 mujer. Lo que significa que tiende a haber cronicidad en el sexo masculino.
  • Antecedentes familiares: los estudios nos dicen que se encuentran antecedentes familiares de tartamudez entorno a un 60% de los casos. No obstante, nuestra experiencia clínica nos dice que ese porcentaje parece ser un poco más alto, puesto que se desconoce en gran cantidad de casos la historia clínica de los familiares que van más allá de los abuelos, habiéndose dado casos de descubrimiento posterior (que inicialmente no reporta) de familiares de tercera y cuarta generación con tartamudez. Los antecedentes familiares son un criterio de riesgo para la tartamudez porque la evidencia sugiere fuertemente que la predisposición genética juega un papel importante en el desarrollo de este trastorno. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la genética no es el único factor involucrado, y otros factores ambientales y biológicos también pueden contribuir al riesgo de tartamudez persistente.
  • Edad de aparición: la tartamudez aparece entre los 2 y los 5 años. Se debe evaluar de manera correcta, como os comentamos en publicaciones anteriores, para valorar si hablamos de algo evolutivo o de tartamudez, ya que la tartamudez en la infancia temprana no siempre persiste en la edad adulta y la intervención temprana es un factor clave en la remisión de esta. Además, en algunos casos, sí hablaremos de tartamudez persistente, que permanecerá en la adolescencia y en la edad adulta, y cómo se aborde hará que se produzcan experiencias negativas o no. De ahí la importancia de un tratamiento precoz.
  • Tiempo que ha pasado desde el inicio: los últimos estudios nos aconsejan no esperar más de 8 semanas desde que la familia observa por primera vez disfluencias en el niño o niña. No obstante, esto va acompañado de valoración de todos los criterios antes descritos y de los que posteriormente describiremos. Lo que también nos dicen los estudios es que, si pasan más de 12/14 meses desde las primeras disfluencias, ya no podremos hablar de algo evolutivo.
  • Tipo de disfluencias: llamamos disfluencias a los bloqueos, repeticiones o prolongaciones que se producen en el habla de los niños. Las disfluencias son “típicas” cuando se consideran normales en el desarrollo del habla del niño, y tienen unas características y duración determinadas. Y son disfluencias “atípicas” cuando son propias de la tartamudez. Diferenciar entre unas u otras no es tarea sencilla para personas NO expertas en este campo y, por ello, insistimos siempre en acudir a profesionales especializados en tartamudez.

En nuestra próxima publicación explicaremos los restantes criterios de riesgo. Si tienes dudas respecto a estos 5 o quieres ampliar información, si crees que tu peque puede estar experimentando interrupciones en su fluidez y necesitas solventar tus dudas, escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com. ¡Estaremos encantadas de ayudarte!

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Disfluencias evolutivas

Antes de explicar que son las disfluencias evolutivas, nos gustaría hacer especial hincapié en que, ante cualquier duda en referencia a las disfluencias que esté experimentando vuestro hijo o hija acudáis a un logopeda especializado en tartamudez para que pueda evaluar y valorar si es algo evolutivo o si ya hablamos, o es posible, que sea tartamudez.

Las disfluencias evolutivas son comunes en niños en edad preescolar, entre los 2/2,5 y los 5 años. Pueden ocurrir debido a la rápida expansión del vocabulario y la complejidad del lenguaje durante esta etapa de desarrollo. Algunos factores que pueden contribuir a las disfluencias evolutivas incluyen la excitación, la fatiga, la presión por hablar rápido o la dificultad para encontrar las palabras adecuadas.

Es importante tener en cuenta que las disfluencias evolutivas no suelen causar malestar en el niño o frustración y generalmente no interfieren significativamente con la comunicación, incluso es probable que no sean conscientes. Las disfluencias pueden ser muy frecuentes, pero luego disminuyen sin necesidad de intervención, es decir, remiten hasta desaparecer, pero ojo, no deben volver a aparecer. Incluso en este tipo de disfluencias (evolutivas) no se percibe tensión muscular, esfuerzo excesivo al hablar o ansiedad, de hacerlo, podría ser indicativo de un trastorno del habla como la tartamudez.

Cabe a destacar que DESAPARECEN, como decíamos anteriormente, no deben volver a aparecer, no deben tener periodos de VARIABILIDAD (aparecer o desaparecer) como en la tartamudez. Y no persisten más de 6-12 meses.

Por lo tanto, es posible que los niños pasen periodos con este tipo de disfluencias pero siempre, ante la duda, es recomendable buscar la evaluación de un logopeda especializado en fluidez, para determinar el mejor curso de acción ya que la intervención temprana siempre va a ser positiva. Si se convierte en un caso de tartamudez persistente, el impacto que tendrá sobre la persona siempre será más positivo.

Si crees que tu peque puede estar experimentando interrupciones en su fluidez y necesitas solventar tus dudas escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com y estaremos encantadas de poder ayudarte.

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Acoso, bullying y tartamudez. Parte 2

En el post anterior os hablamos del bullying y de las consecuencias que puede tener en una persona con tartamudez. Sin embargo, nos quedaron por responder unas preguntas:

¿Qué podemos hacer en estos casos? ¿Se puede prevenir?

Es imprescindible la intervención y apoyo para abordar el acoso escolar de manera efectiva para crear un entorno seguro. Por ello, los logopedas  tenemos un papel importantísimo a la hora de coordinarnos con los colegios e institutos para que sean capaces de abordar las situaciones que vayan apareciendo y que la persona sufra las menores experiencias negativas con su posible habla.  Los maestros y los padres también deben  enseñar y promover la aceptación de la diversidad y la inclusión.

Otro aspecto indispensable es la educación sobre la tartamudez tanto en la persona, como en la familia y el entorno, para ayudar a aumentar la conciencia y la comprensión de este trastorno entre los compañeros de clase. Al comprender mejor las dificultades que enfrentan las personas que tartamudean, se puede fomentar un ambiente de respeto y empatía en el entorno académico.

El apoyo emocional es importante, además de proporcionarles un espacio para hablar sobre sus experiencias, ofrecerles herramientas para afrontar el acoso y conectarlos con recursos de apoyo.

Por todo esto, la intervención temprana es un factor clave a la hora de prevenir el bullying, ya que cuanto antes empecemos a trabajar toda esta conciencia sobre la tartamudez y lo que rodea a la misma, más nos va a permitir trabajar sobre en entorno y la persona que tartamudea. Si desde que son pequeños vamos forjando naturalidad sobre la tartamudez, eliminando estigmas, reduciendo experiencias negativas y generando fortaleza en la persona y su habla, podremos prevenir el acoso escolar.

En conclusión, el acoso escolar puede ser un desafío significativo para las personas que tartamudean, pero con conciencia y apoyo adecuados, se puede trabajar para crear un entorno escolar más inclusivo para todos los estudiantes. Las personas que tartamudean sólo tartamudean, pueden hacer cualquier cosa que hace un niño que no tartamudea, por ello es importante que los hagamos sentir así poder empoderarlos para que no afecte de forma negativa en ellos.

Y, como ya sabéis, en nuestro equipo contamos con logopedas especializadas en tartamudez, con amplia formación y experiencia en este campo, incluyendo niños de edad escolar y adolescentes, así que, si tienes dudas y crees que podemos ayudarte, estamos a tu disposición. Llámanos al 692 777 844 o escríbenos a info@hablandologopedas.com, ¡estaremos encantadas de hablar contigo!

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Acoso, bullying y tartamudez. Parte 1

a tartamudez puede ser un factor de riesgo para el acoso escolar o bullying debido, principalmente, al desconocimiento que hay entre la sociedad de este trastorno de la fluidez del habla y también a los sentimientos y pensamientos que pueden girar entorno a la persona que tartamudea.

Más concretamente, la tartamudez puede influir en el acoso escolar de la siguientes maneras:

1. Diferencias en la comunicación: las personas que tartamudean pueden experimentar dificultades para comunicarse fluidamente, lo que puede llevar a generar burlas o exclusión social.

2. Estigma y prejuicio: la sociedad a menudo tiene estereotipos negativos sobre la tartamudez, lo que puede llevar a la estigmatización de las personas que tartamudean. Esto aumenta su vulnerabilidad al acoso escolar, afectando al autoestima y bienestar emocional de la persona.

3. Impacto en la autoestima: el acoso escolar puede tener un impacto significativo en la autoestima y a la confianza en uno mismo. El ser objeto de burlas o exclusión puede hacer que se sientan avergonzados de su habla y eviten participar en actividades sociales o académicas.

4. Aislamiento social: el acoso escolar puede llevar a las personas que tartamudean a aislarse socialmente para evitar situaciones conflictivas. Esto puede afectar negativamente a su desarrollo social y emocional, así como a su rendimiento académico.

¿Qué podemos hacer en estos casos? ¿Se puede prevenir?

¡Sí! Podemos trabajar para buscar soluciones e incluso podemos prevenirlo. Muy atentos porque…

¡En el post de la semana que viene abordaremos este aspecto!

Y, como siempre os decimos, en nuestro equipo contamos con logopedas especializadas en tartamudez, con amplia formación y experiencia en este campo, incluyendo niños de edad escolar y adolescentes, así que, si tienes dudas y crees que podemos ayudarte, estamos a tu disposición. Llámanos al 692 777 844 o escríbenos a info@hablandologopedas.com, ¡estaremos encantadas de hablar contigo!

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El bosque de los animales parlantes

El cuento de El Bosque de los Animales Parlantes, escrito por la autora Sara Díaz, nos lleva a un bosque mágico en el que los animales tienen la habilidad de hablar, pero cada uno lo hace de una manera diferente.

¿Cómo hablar con un niño que tartamudea? NO tratar de ayudarle con: respira, tranquilo, habla más despacio, o terminando sus frases. Atender a QUÉ die, no a cómo lo dice. Hablar con él, LENTO y PAUSADO. Darle TIEMPO: tiempo de escucha activa, tiempo de compartir momentos comunicativos relajados y tiempo para que termine su mensaje.

Cuando trabajamos con peques, una de las primeras cosas que hacemos con ellos, y con las familias, es trabajar las «diferentes formar de hablar». Con este cuento nos resulta muy fácil ya que podemos tratar la normalización desde muy pequeños. La historia presenta personajes que hablan de formas diferentes (rápido, lento, repitiendo, bloqueándose, estirando, etc). Al ver a un personaje con una característica similar a la suya en una historia positiva, los niños que tartamudean, pueden sentirse comprendidos y aceptados, lo que contribuye a la normalización de su experiencia. Además pierden el miedo a tartamudear y la familia se desensibiliza al respecto.

Utilizar el cuento «El bosque de los animales parlantes» con niños que tartamudean puede proporcionarles modelos positivos, un sentido de pertenencia e inclusión, contribuyendo así a su desarrollo emocional y social de manera positiva con un cuento que les encanta y con el que se lo pasan genial.

Este material es una herramienta más, que utilizamos junto con muchas otras, así que, si tienes dudas de cómo trabajar con tu hijo o de qué cosas puedes hacer con él para ayudarle en su comunicación, no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Escríbenos a hola@hablandodetartamudez.com estaremos encantadas de poder ayudarte, y ayudar a tu hijo, con su tartamudez.