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Consejos para docentes

Es frecuente en nuestros centros mantener una coordinación con los maestros o profesores de nuestros pacientes con tartamudez. Creemos indispensable que, debido al tiempo que pasan junto a ellos y todas las situaciones comunicativas que ocurren en una clase, tengan toda la información al respecto de lo que es la tartamudez y como poder abordarla en el aula. 

Muchas veces, al trasladar la información se quedan sorprendidos e incluso luego son capaces de observar cosas que antes no podían ver debido a las creencias falsas o mitos sobre la tartamudez, posiblemente por la falta de comprensión del trastorno. Por eso en este blog os vamos a contar lo importante que es la implicación de los profesores o maestros. Pero antes de eso, vamos a comentar unos aspectos generales que son necesarios conocer:

  • La tartamudez no es causada por un trauma psicológico o físico. 
  • No es un trastorno emocional, pero si no se interviene puede tener un fuerte impacto en algunos niños, provocando vergüenza, frustración y otros sentimientos que pueden condicionar la voluntad de querer comunicarse libremente.
  • La tartamudez no está relacionada con la inteligencia.
  • Es variable, existirán momentos de más o menos fluidez.
  • Que un niño no tartamudee de la manera en la que se tiene la concepción de la misma no quiere decir que no la presente. Hay niños que optan por no hablar, decir “no sé” o cambiar de tema antes de decir la palabra con la que van a tartamudear.
  • La proporción respecto a los niños y niñas que tartamudean es de 4 a 1, probablemente debido a la parte genética.
  • La evaluación y la intervención temprana son importantísimas para reducir el impacto que pueda causar en sus vidas.
  • La tartamudez es un trastorno de la fluidez del habla. Es multifactorial ya que se ha comprobado que hay una diferencia en la activación de HD y el HI, también influyen los antecedentes familiares, el temperamento y otros aspectos del desarrollo del niño.
  • La tartamudez suele apreciarse entre los 2 y 4 años, en pleno desarrollo del lenguaje, donde cada vez se van aprendiendo estructuras lingüísticas más complejas.
  • La tartamudez no se cura, es algo que los va a acompañar siempre y, por ello, es imprescindible acudir a un logopeda especializado en tartamudez para que pueda darle los recursos y herramientas y que no experimenten situaciones negativas en torno a su habla.

Ahora vamos a hablaros de cómo pueden ayudar en el aula los docentes. Como sabemos, esta figura se mantiene durante casi todo el desarrollo de los niños, por lo tanto, juegan un papel importante para ellos. Es imprescindible crear una atmósfera comunicativa en la que los niños que tartamudean aprendan a comunicarse libremente, con el apoyo de los docentes y alumnos, sin preocupaciones al respecto de si serán criticados o menospreciados por tartamudear.

Pueden crear situaciones en el aula donde no exista la presión del tiempo para hablar, reduciendo la velocidad del habla y utilizando pausas. Cuando sienten menos presión, es más fácil comunicarse. Además de disminuir las interrupciones e incentivar para que se utilicen los turnos de palabra. Y aumentar los tiempos de respuesta. Y sobre todo: 

  • No les termine las frases.
  • No les meta prisa para que terminen.
  • Mantenga el contacto visual.
  • No de consejos como “tranquilo”, “respira”, “piensa”. Normalmente no ayudan, aumentan la presión que sienten.
  • Debemos siempre animarlos a que se comuniquen, da igual si son fluidos o no.
  • Ser una figura de comprensión y apoyo. Juegan un papel importante en el desarrollo de su autoestima y autoaceptación. Sus ideas son más importantes que su fluidez.

Todo lo anterior, junto con un tratamiento logopédico con profesionales formados en tartamudez y una buena predisposición de la familia, el porcentaje de que el niño no genere experiencias negativas con su habla será muy elevado. Nosotras os daremos recursos y toda la información que necesitéis, porque nuestro trabajo siempre está enfocado a la persona. Por último, la fundación Española de la Tartamudez tiene una guía para docentes maravillosa dónde, además de lo ya mencionado podrán informarse de otros datos de interés.

Podéis descargar el PDF con toda la información de manera en el siguiente enlace:

https://drive.google.com/file/d/1uFvf8ndVuHIoV7T20SwJHBO1NOnv9nD5/view?usp=sharing

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Estudio acerca de la morfología anómala en la corteza motora y premotora del hemisferio izquierdo en niños que tartamudean

Para entender mejor qué es la tartamudez y qué ocurre cuando se tartamudea es necesario ver que ocurre en el cerebro en los momentos de habla por eso hemos escogido este artículo que nos habla de un estudio que realizaron Garnett y col. (2018) donde se habla sobre medidas morfométricas realizadas en el cerebro de niños que tartamudean. Para ello, se comparó a un grupo de niños que tuvieron una remisión espontánea y un grupo de niños con tartamudez persistente con un grupo de niños sin tartamudez. Como resultado obtuvieron evidencia de que existe un déficit primario en la red neuronal del habla que está en el hemisferio izquierdo, que afecta específicamente a la corteza pre-motora lateral y la corteza motora primaria de los niños con tartamudez persistente. Las técnicas de neuroimagen utilizadas para estudiar el habla han mostrado diferencias estructurales y funcionales en los cerebros de los niños que tartamudean en comparación con los cerebros de los niños que no tartamudean, por lo tanto, esas alteraciones estructurales en el hemisferio izquierdo podrían ser una de las causas de la tartamudez. Además, con estudios posteriores se ha evidenciado que estas anomalías se encuentran también en los cerebros de adultos con tartamudez. Como resumen del artículo os dejamos:

“La tartamudez es un trastorno del neurodesarrollo que afecta el flujo fluido de la producción del habla. El inicio de la tartamudez ocurre durante un período dinámico de desarrollo cuando los niños comienzan a aprender a formular oraciones. Aunque la mayoría de los niños deja de tartamudear de forma natural, aproximadamente el 1% de todos los niños desarrollan un tartamudeo persistente que puede tener consecuencias psicosociales significativas a lo largo de la vida. Hasta la fecha, pocos estudios han examinado las bases neurales de la tartamudez en niños que tartamudean, y aún menos han examinado la base de la recuperación natural frente a la persistencia de la tartamudez. Aquí presentamos el primer estudio que realizó un análisis basado en la superficie de las medidas morfométricas del cerebro en niños que tartamudean. Utilizamos FreeSurfer para extraer medidas de tamaño y forma corticales de resonancias magnéticas estructurales recopiladas durante el año inicial de un estudio longitudinal en el que participaron 70 niños (36 tartamudos, 34 controles) en el rango de 3 a 10 años. El grupo de tartamudos se dividió además en dos grupos: persistente y recuperado, en función de sus visitas longitudinales posteriores que permitieron determinar su resultado clínico final. Se llevó a cabo un análisis de región de interés que se centró en la red del habla del hemisferio izquierdo y un análisis exploratorio de todo el cerebro para examinar las diferencias de grupo y los efectos de interacción grupo × edad. Encontramos que el grupo persistente podía diferenciarse del control y los grupos recuperados por un grosor cortical reducido en las regiones corticales motora izquierda y premotora lateral. El grupo recuperado mostró una disminución relacionada con la edad en la girificación local en la corteza premotora medial izquierda (área motora suplementaria y área motora pre-suplementaria). Estos resultados proporcionan una fuerte evidencia de un déficit primario en la red del habla del hemisferio izquierdo, que involucra específicamente la corteza premotora lateral y la corteza motora primaria, en la tartamudez persistente del desarrollo. Los resultados apuntan además a un posible mecanismo compensatorio que involucra la corteza premotora medial izquierda en aquellos que se recuperan de la tartamudez infantil.”

Os dejamos el enlace del artículo para que podáis leerlo al completo:

https://academic.oup.com/brain/article/141/9/2670/5062920

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¡Conócenos!

Somos un equipo de logopedas con amplia experiencia y formación en el ámbito de la tartamudez y otros trastornos de la fluidez del habla, como la taquifemia. Nuestra especialización se debe al gran interés que nos despierta ayudar a las personas que tartamudean. Mejorar su calidad de vida es nuestro objetivo principal, y nos implicamos al 100% para que las personas con tartamudez, tanto niños como adultos, sean libres de decir y de hacer todo lo que sean capaces, y que la tartamudez NO suponga un impedimento para su desarrollo personal, académico y/o laboral.

Todas las logopedas que encontrarás en nuestras clínicas tienen su correspondiente titulación universitaria (diplomatura o grado) y formación acreditada en tartamudez y trastornos de la fluidez del habla, entre otras formaciones complementarias que ayudan a mejorar la calidad de nuestros tratamientos.

Además, somos un gran equipo. Y cuando decimos “gran” no nos referimos a la cantidad, sino a la calidad. Nos coordinamos continuamente para ofrecer lo mejor en nuestros tratamientos. Si eres una persona que tartamudea (o familiar de alguien con tartamudez), es importante que sepas que una logopeda trabajará contigo (o con tu familiar) y te acompañará semanalmente en todo el proceso de intervención, pero detrás, estamos todas ayudando a mejorar el tratamiento, aportando todos nuestros conocimientos y experiencias.

Nuestra opción favorita para los tratamientos es la presencial, pero también realizamos tratamientos y seguimientos online. Y, si te interesa la opción presencial pero no eres de Murcia, podemos ayudarte a encontrar logopeda cerca de ti. Mantenemos comunicación constante con logopedas especializados en tartamudez de toda España, incluso de otros países latinoamericanos, como Perú y Argentina.

Es importante destacar que parte de nuestro equipo pertenece al Grupo de Investigación y Trabajo en Tartamudez (GITT), un grupo de logopedas especializadas en tartamudez que trabajan coordinadamente para mejorar sus tratamientos y difundir e intentar fomentar la actualización de la tartamudez en España.

Y bueno, podríamos contarte muchas más cosas sobre nosotras, pero mejor ven a conocernos, ¡siempre es mejor en persona!

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Tartamudeo en sueños

Nos estrenamos en esta primera publicación con algo muy especial. No hay nada que nos guste más que ver los testimonios que nos dejan nuestros adultos, demostrando que la intervención en esta población es efectiva y que mejora su calidad de vida. Aquí os dejamos algo maravilloso y bonito con lo que, seguramente si tartamudeas, te sentirás identificado. Si eres logopeda podrás leérselo a tus pacientes con tartamudez o simplemente te ayudará a comprender un poco más que hay dentro de una persona que tartamudea.

«Tartamudeo en sueños. No recuerdo cuándo empezó pero, teniendo en cuenta los vasos comunicantes y las corrientes entre los mundos del sueño y la vigilia, pudo ser hace mucho, cuarenta o cuarenta cinco años por lo menos. Tartamudeo también cuando no estoy soñando. Desde cierto punto de vista, puede parecer razonable que lo haga también soñando. Al fin y al cabo, mi yo onírico se parece bastante a mi yo despierto. Sin embargo, desde otro punto de vista, podría pensar que ya tengo bastante con tartamudear las horas de sol para hacerlo también las horas de luna. 

Tartamudear en sueños me molesta cuando estoy despierto, no soy consciente de que me haya molestado nunca durante el sueño. Nunca me he despertado cubierto en sudor, dando un respingo, horrorizado porque una “o” se me había quedado atascada en la garganta o una fricativa labiodental se estaba alargando más de lo conveniente. No son ejemplos elegidos al azar. El saludo más habitual, hola, empieza por vocal. Es complicado cuando lo habitual se convierte en un laberinto de espinas deficil de pronunciar. Mi nombre, Federico, empieza por fricativa labiodental. Estoy aprendiendo mucho desde que voy a la logopeda. Muchas de las cosas que me pasan, le pasan también a otras personas que tartamudean. Decir nuestro nombre suele ser un momento complicado, empiece por el sonido que empiece. Para mí es complicada la /f/ pero para Daniel será complicada la /d/ y para Sara la /s/. Es difícil tener seguridad en la propia identidad cuando se tartamudea. Decir tu nombre es algo así como dar la primera clave de tu identidad y, claro, tartamudeamos al decirlo. En más de una ocasión, y en más de cien, hubiera escapado de la vigilia cubierto en sudor, durmiéndome de golpe y porrazo para escaparme a un sueño cualquiera, horrorizado porque una fricativa labiodental se estaba alargando más de lo conveniente. 

En sueños tartamudeo con la misma normalidad con la que puedo subir los escalones de siete en siete o con la misma tranquilidad con la que un paisaje se cambia por otro y donde había edificios y asfalto aparecen árboles cóncavos y nubes convexas. Es algo sin la mayor importancia. Sucede y ya está.

Estoy aprendiendo técnicas distintas con mi logopeda. Algunas me cuestan más que otras, algunas me divierten y otras tienen mucho de reto. Me gusta aspirar las vocales, no le acabo de coger el tranquillo al pull out. Pero lo más importante que estoy aprendiendo es que puedo hablar (o escribir, como es el caso) sobre mi tartamudez. Hablar de ella sirve para quitarle importancia, algo así como podarle las espinas al laberinto del que hablaba antes. Sigue habiendo laberinto pero lo puedo recorrer sin lastimarme.

Voy poco a poco, temeroso, como si caminara sobre un lago helado y pudiera caerme al agua bajo cero en cualquier momento. Pero, tal y como me avisó mi logopeda, según avanzo, según hablo más de cómo hablo, el hielo se hace más sólido y mi paso más firme. Mi madre, con esa sabiduría de madre que está en las antípodas de la de los cuñaos, me ha dicho todas y cada una de las veces que me ha visto asustado porque tenía que hablar en público, que empezara explicando que tartamudeo y pidiendo un poco de paciencia. Y yo, claro, todas y cada una de las veces no le he hecho caso. Porque mi fantasía era que no iba a tartamudear o que, si tartamudeaba, lo iba a conseguir disimular y que al final nadie se iba a dar cuenta. Ese hielo era frágil, traicionero y, desde cualquier punto de vista, absurdo: el peor momento para disimular que se tartamudea es cuando se habla. 

Todavía no me he puesto delante de una audiencia a explicar que tartamudeo. No entra en mis planes ni sé si lo haré en algún momento. Pero, poco a poco, voy aireando este secreto mío que no es más que un secreto a voces. Y cada vez que lo hago, cada vez que hablo (o escribo) de mi tartamudez es como si esa levedad, ese no ser importante de la tartamudez soñada se fuera haciendo realidad, como si parte de mis sueños se colaran en la vigilia para hacerla más ligera y llevadera».

Federico Montalbán López

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